diumenge, 28 d’abril del 2013

Barranc de Volendins (Bot)

Com no podia ser d'altra manera vam escollir un cap de setmana plujós per a quedar i fer activitat. Jo tinc la resposta
Con demasiada frecuencia, después de cinco días laborables soleados llega un fin de semana lluvioso que no nos deja disfrutar del ocio al aire libre. ¿Casualidad? Nada de eso. Según acaba de demostrar un equipo de investigadores españoles de la Universidad de Barcelona, en muchas partes de Europa el tiempo atmosférico sigue un ciclo semanal. Tras analizar los datos meteorológicos recogidos desde 1961 hasta 2004, han llegado a la conclusión de que en verano las lluvias se concentran durante los fines de semana. Sin embargo, en la estación fría la tendencia es la contraria: los sábados y domingos suelen ser más soleados.
¿Pero por qué? Al parecer todo depende de la contaminación del aire. De lunes a viernes generamos más polución. El hollín y otras partículas suspendidas en la atmósfera pueden absorber la luz solar, calentar el aire y alterar el régimen de vientos. Estas mismas partículas también pueden convertirse en semillas para la formación de nubes. Cuál de los dos efectos predomina depende de condiciones que varían de una estación a otra, según explican los científicos españoles en el último número de la revista Geophysical Research Letters.

Lo más curioso es que estos ciclos no aparecen en todo el planeta. En el Reino Unido, por ejemplo, los investigadores no han encontrado ni rastro de un patrón semanal de días lluviosos y soleados, probablemente porque en la isla "mandan" las corrientes del Océano Atlántico. En el Mediterráneo, sin embargo, la acción humana sobre el clima se nota más. Elena Sanz, Muy Interesante
28/08/2008 

La meva teoria és que els caps de setmana plou més perquè són caps de setmana i prou

Així ens vam veure desbordats per la meteorologia i ens vam veure obligats a tancar-nos en un restaurant a sopar una miqueta el Joando i jo consumint una mica d'arròs bullit i Vichy
Ja sé que esteu segurs que vaig estar dubtant entre el gelat de sobao pasiego con orujo de Liébana i una poma i sabeu el que vaig escollir així que no comento res més

. Aquí veiem com en Juando per "error" va al lavabo de dones
Finalment al nostre tradicional bivac
L'endemà el dia es va aixecar amb molta pluja i molt rúfol
 Ens vam trobar amb la resta de col·legues i junts vam iniciar l'epopeia de

Una alegria "sincera" ens va invadir quan vam veure la que queia


Sortosament vam trobar un recer per equipar-nos doncs plovia a bots i barrals

 Una bòveda de la instal·lació


passant l'estona fins quew arribés l'hora temuda de....

ajudar al José a posar-se el neoprè

Mentre l'aigua seguia caient
Però res no ens atura i deixem la nostra petja a la natura

Tot estava envoltat d'una atmosfera diguem-ne vaporosa



Finalment arribem a la capçalera i cap avall, una successió gairebé ininterrompuda de 6 grans ràpels en un entorn fantàstic, una de les perles dels Ports








Després ve un tram de flanqueig de 200m i finalment dos ràpels més de 35 i 23m respectivament que ens duen a la llera del Canaletes


Nosaltres patiem perquè després s'ha de remuntar un tram del Canaletes per uns estrets i amb la que queia pens+avem que tindríem força dificultats. Sorprenentment no va ser així i fins i tot l'aigua estava al límit de romandre estancada. Una munió de crancs de riu esperaven una crescuada que ja s'allargava

Finalment s'accedeix a la via verda i d'allí al poble, un consell feu cas de la ressenya i agafeu la pista de terra i no feu cas dels col·legues que us diuen de seguir la via verda fins al poble doncs triplicareu el camí de retorn.
Aquí us enllaço la ressenya
http://www.barranquismo.net/paginas/barrancos/barranc_de_volendins.htm


Una última aportació del filòsof polonès Leszek Kolakowski ja al 1990 molt abans dels temps que corren

El quinto peligro para la democracia, y potencialmente el más importante,
podría surgir de los cambios a largo plazo que están afectando
prácticamente a todas las regiones del planeta. El acelerado ritmo de
crecimiento económico durante las décadas de la posguerra ha producido,
tanto en los países ricos como en los pobres, una mentalidad de
expectativas infinitas. De alguna manera nos hemos acostumbrado a
la perspectiva de que cada uno de nosotros tendrá más y más de todo
en un futuro indefinido y a la firme convicción de que esto es lo que
todos merecemos. Pero esta confianza terminará inevitablemente en
una amarga decepción, al menos para la abrumadora mayoría de la
población mundial.

La sobrepoblación, la disminución de recursos como la tierra agrícola
y el agua y las catástrofes ecológicas sin duda obligarán a la humanidad,
en el futuro cercano, a dedicar cada vez más esfuerzo y dinero a
reparar los daños que ya se han provocado al medio ambiente y a evitar
nuevas calamidades. Esto no sólo conducirá a la imposición de mayores
restricciones sobre nuestra libertad de movimiento y nuestros derechos
de propiedad. Tendrá como consecuencia, sobre todo, una moderación
de nuestras expectativas de “más y más” y, en realidad, una exigencia
de que reconozcamos que tenemos suficiente, o incluso que debemos
vivir con menos, limitar nuestros deseos y aceptar una vida más modesta.
La cantidad de frustración, furia irracional y agresividad que
estos imperativos producirán será enorme, y afectará de igual manera
a pobres y ricos. Pues el grado de frustración no depende del nivel
absoluto de satisfacción, sino de la distancia entre este nivel absoluto
y nuestras necesidades subjetivas, y éstas pueden, y efectivamente lo
hacen, expandirse indefinidamente a lo largo de la espiral sin fin de
la codicia. Es difícil predecir qué expresión ideológica o qué otros
canales podría encontrar esta frustración, pero a objeto de atenuarla y
para evitar que la sociedad se hunda en el caos o caiga presa de una
tiranía anárquica, probablemente serán necesarias diversas restricciones
antidemocráticas.

La miseria extendida es tierra fértil para la exitosa demagogia de los
movimientos totalitarios y para la tentación de “resolver” los problemas

sociales por la vía de las dictaduras militares. Muchas veces hemos
sido testigos de esto, especialmente en América Latina y África. Si los
países relativamente ricos se ven obligados a disminuir las expectativas
de las personas, incluso sin provocar una miseria real, sólo significará
un mayor peligro.

Esto no quiere decir que la causa de la libertad esté perdida; disponemos
de suficiente evidencia como para concluir que las personas
no sólo necesitan seguridad sino también libertad. No obstante, jamás
debemos olvidar que la libertad es siempre vulnerable y que su causa
nunca está a salvo.











 
 

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